En Estados Unidos, tres padres y sus hijos relatan su experiencia sirviendo juntos a Dios como diáconos y sacerdotes, y afirman tener “un vínculo espiritual especial”.
En el 2017 Stan Upah, de la iglesia católica de San Patricio en Tama, Iowa (Estados Unidos) fue ordenado como diácono permanente, cuando su hijo Andy todavía era un diácono de transición que se formaba para ser sacerdote.
“Ambos terminamos siendo diáconos en mi Misa de ordenación”, dijo el diácono Stan. “Él era diácono de la palabra; yo era diácono de la copa. Nadie en esta tierra puede hacer que esto suceda. No podías organizar eso, ni siquiera en el proceso de postulación”, añadió.
Un año después, en 2018, Stan sirvió como diácono en la Misa de ordenación de su hijo, el P. Andy, y luego también sirvió en la primera Misa de acción de gracias de su primogénito, en su parroquia de origen.
Ninguno de los dos planeó que sus caminos sean paralelos. “Sentí un llamado dos años antes que él. Mi hijo no sabía que postulé. Nunca se lo dije porque no quería que mi camino afectara el suyo”, afirmó el diácono Stan.
“Fue por acción de Dios, estaba destinado a ser así. Él no me dijo que estaba pensando en el diaconado”, dijo el P. Andy Upah, párroco de la iglesia de la Natividad en Dubuque, en Iowa. Sin embargo, también recordó que las personas le decían a su padre que debía ser un diácono. Así que dijo que seguramente su padre “también estaba escuchando esa llamada”.
Durante un poco más de un año antes de que el P. Andy Upah ingresara a formarse como diácono en el 2012, habló con sus padres sobre la posibilidad de hacerlo. En ese momento trabajaba como programador de computadoras y tuvo una especie de retorno a la fe, después de haber sido invitado por su padre a una conferencia de hombres.
“Cuando comencé a aprender [más] acerca de la fe, comencé a ver su belleza, la belleza de los sacramentos”, dijo el P. Andy, que también es capellán en las escuelas secundarias católicas Wahlert y Mazzuchelli. “Quería llevar los sacramentos a los demás y la belleza de la fe a los demás”, añadió.
“Reconocimos que tenía una vocación. Sentimos que desde que tenía 10 años podría ser llamado al sacerdocio, pero queríamos que lo encontrara por su cuenta. No lo inspiré para que fuera sacerdote, aunque sí reconocí el llamado”, señaló su padre, el diácono Stan, y recomendó a otros padres que “si reconocen eso en su hijo, no lo presionen, sino que lo aconsejen”.
A la fecha, los Upah han oficiado bodas y funerales juntos para familiares y amigos. “Tenernos a los dos allá arriba, el tío y el primo, es una gran bendición”, dijo el P. Andy. A los dos les gusta hablar mucho “principalmente sobre cómo construir el Reino, hacer un mejor ministerio en nuestras parroquias… A veces le pido que revise las homilías, y viceversa”, dijo.
El diácono Stan, que dirige un grupo de hombres y un ministerio matrimonial, señaló que las conversaciones con su hijo son una “mentoría fantástica, teológica y espiritual. Él me está escuchando y yo lo estoy escuchando a él. Hablamos de muchas situaciones pastorales dentro de la Iglesia”. Además, afirmó que “dos siempre son más fuertes que uno, en cualquier situación. Ambos aprendemos uno de otro y nos apoyamos mutuamente”.
Un caso similar es el de los Hostutler, que después de mucha investigación se determinó que son los únicos padre e hijo diáconos permanentes que sirven a la Iglesia en los Estados Unidos. Ambos también tienen un vínculo espiritual muy fuerte.
En 1986 se realizó la ordenación del diácono Jim Hostutler para la Diócesis de Toledo (Estados Unidos), cuando su hijo Kevin era aún un estudiante de primer año en la escuela secundaria y la familia vivía en Ohio. Después de décadas de servir en Toledo y también en la Diócesis de Youngstown, Ohio, Jim se trasladó a Scottsdale, Arizona, donde actualmente sirve en la iglesia católica de San Patricio.
En 2017 su hijo Kevin Hostutler fue ordenado diácono permanente en la Arquidiócesis de Baltimore, en una celebración que contó con la participación de su esposa Charlotte, sus cinco hijos, su madre y su padre, que sirvió como diácono en su Misa de ordenación. Actualmente, el diácono Kevin sirve en la iglesia católica de St. Louis en Clarksville, Maryland.
Frente a la pregunta de si los padres diáconos tuvieron alguna influencia en la decisión de sus hijos, el diácono Jim Hostutler dijo que espera haberla tenido, y relató que cuando su hijo era joven, estuvo involucrado con el grupo de jóvenes en su parroquia, y que luego estudió en la Universidad Franciscana de Steubenville, donde conoció a su esposa.
“Cuando era niño, la vida de nuestra familia estaba [centrada] en la Iglesia y en el servicio”, dijo el diácono Kevin. Señaló que en la universidad sirvió como acólito, donde se formó “viendo a sacerdotes santos” como el sacerdote franciscano Michael Scanlon.
Esa experiencia “me plantó la semilla allí mismo. Para mí, la pregunta no iba por el si lo sería [ser sacerdote], sino de cuándo lo haría”. Para Kevin, casarse justo después de la universidad y criar a cinco hijos, que ahora tienen entre 16 y 26 años, lo mantuvo ocupado, pero también en discernimiento.
Sobre la relación con su padre, Kevin dijo que “durante la formación, hablábamos [con su padre] cada dos semanas” sobre asuntos de la Iglesia y que ahora “siempre están comparando apuntes sobre el ministerio”. A pesar que más de 2.200 millas los separan, siempre que llega a Arizona, sirve con su padre en la Misa.
Kevin dijo que al igual que su padre, desde su propia experiencia como diácono y en la paternidad, descubrió que él también es un recurso para sus hijos, especialmente los mayores, y para su cónyuge con respecto al sacramento del matrimonio.
“Hay un diálogo bueno y saludable. Es realmente genial tener esa conversación sobre lo que enseña la Iglesia”, dijo Kevin y confesó que se encuentra expectante por bautizar a sus nietos, tal y como esperan su hija casada y su nuera.
Otro caso similar es el de los García. En el 2013, el diácono Carlos García fue ordenado diácono permanente para la Arquidiócesis de Atlanta. Un año después tuvo la alegría de servir e investir a su hijo Michael en su ordenación al diaconado de transición; y en el 2015 sirvió durante su ordenación sacerdotal para la Arquidiócesis de Miami y en su primera Misa.
Esa primera Misa celebrada en la iglesia católica St. Agatha, en Miami, “fue una hermosa bendición y un día emotivo y alegre”, dijo el diácono Carlos. También explicó que fue un momento sorpresivo para muchos, debido a su cabello gris y al aspecto muy joven de su hijo Michael. La gente primero pensó que “yo era el sacerdote y él era el diácono”, añadió.
En el 2016, un año después de la ordenación del P. Michael, su mamá Dalila, su hermano William y su padre, el diácono Carlos, se mudaron a la Arquidiócesis de Miami para cuidar a sus ancianos abuelos.
Pronto, el diácono Carlos se convirtió en director de tecnología y asesor de formación en el Seminario de St. John Vianney College de Miami, del cual se graduó el P. Michael en el 2010, y que actualmente es pastor de la iglesia St. Coleman en Pompano Beach, Florida y autor del libro Comprender la fe y los desafíos de hoy.
Sobre su vivencia de la fe al interior del hogar, el P. Michael García recuerda que en la escuela secundaria junto a su padre y su hermano “leían un capítulo de la Biblia a diario. Lo leíamos de principio a fin. Rezábamos el Rosario como oración familiar todos los domingos antes de la Misa”.
Posteriormente, relató que su padre “lo apoyó mucho” cuando justo después de su confirmación en séptimo grado le confesó que “estaba interesado en el sacerdocio”. Luego, ya para entrar al último año, “cuando finalmente decidí ‘dar el paso’, mis padres me apoyaron mucho”, añadió.
El P. Michael comentó que planea regresar a su seminario universitario a mediados de agosto para dar un retiro para la facultad y el personal, que incluirá la celebración de una Misa en el que su padre servirá como diácono.
Para el diácono Carlos, su llamado “ha sido un viaje” y dijo que siempre sintió que tenía un llamado. “Cuando pasé por mi retiro de confirmación cuando tenía 15 años, en ese momento pensé que tenía un llamado al sacerdocio”, pero Dios me mostró mi vocación al matrimonio, añadió. No obstante, luego de un tiempo, su pastor en Santa Águeda le dijo que creía que Dios lo estaba llamando a ser diácono, hecho que lo impulsó en su proceso de discernimiento.
Carlos aconseja a otros padres a ser ejemplo de sus hijos y explicó que así lo hizo con Michael, trabajando con los jóvenes como catequista y junto con el ejemplo de su esposa. “Michael recibió la llamada y escuchó”, dijo.
“Es un libro de amor escrito en nuestra familia. Mira los regalos: no solo me casé, sino que uno de mis hijos se convirtió en sacerdote, y Dios todavía me llamó al clero como diácono ¡Tengo dos por el precio de uno!”, concluyó.
(Aciprensa)