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28 October 2020

El huracán Zeta, que ingresó a las costas de Quintana Roo la noche del lunes por la comunidad de Chemuyil, en el municipio de Tulum, no dejó estragos mayores a su paso.

Desde las 22 horas comenzaron las rachas de viento fuertes con intensidad de más de 130 kilómetros por hora, según informó el Servicio Meteorológico Nacional.

Sin embargo, la zona por donde ingresó y sus alrededores solo tuvieron afectaciones menores, salvo contadas excepciones.

En la ciudad de Tulum, desde las primeras horas del martes, los pobladores recuperaron la normalidad. Las tiendas abrieron sus cortinas desde las 8:00 de la mañana, al tiempo que los albañiles tomaban el transporte público para dirigirse a las obras donde laboran.

A Jairo, un albañil de 50 años que pasó la noche en un refugio, sus patrones le ordenaron presentarse a trabajar al día siguiente del huracán y a la misma hora, si no quería tener un descuento de nómina.

Nada se detuvo. La postal de extranjeros en bicicleta, común de Tulum, no fue la excepción este martes. Incluso aún con el viento soplando, varias personas se dirigieron a la zona hotelera para ejercitarse en bicicleta o corriendo y, de paso, aprovecharon para capturar la vista del mar con olas de hasta dos metros de altura.

La prudencia tampoco fue obstáculo para que algunos decidieran entrar al mar, aún con la presencia de banderas rojas que advierten “peligro” y la evidente turbulencia del agua.

En Chemuyil, la comunidad de no más de 1000 habitantes por donde Zeta tocó tierra cómo huracán categoría 1, sólo el viento derribó las láminas de la tribuna en una cancha de fútbol.

Ahí los vecinos se encontraban reunidos desde temprano comentando lo ocurrido y esperando el periódico para conocer las noticias completas.

"Me vende un De Peso", le dice un hombre de unos 75 años al repartidor.

"Nos fue igual que con Gamma, que se sintió más que Delta", contaron a Novedades.

Aunque en este sitio se esperaba el mayor impacto de todo el estado, las dinámicas del viento favorecieron a la pequeña comunidad.

A unos kilómetros se encuentra Akumal, otro poblado del municipio de Tulum, donde se anunció que el huracán pegaría fuerte.

Ahí los daños fueron más notables, aunque siguieron siendo menores en comparación con los estragos del huracán Delta, que tocó tierra el 7 de octubre. Un poste de luz a medio caer, ramas y palapas voladas. Pero lo más relevante fue el colapso del afamado restaurante Lol
Há, que en la depresión tropical pasada se había mantenido intacto.

“Ninguno nos había pegado tan fuerte aquí, ni Gamma ni Delta”, dice José Juan, un encargado de las lanchas que operan en el sitio.

El famoso restaurante construido con palmeras y madera situado al pie de la playa quedó derribado.

Durante el recorrido realizado por Novedades de Quintana Roo para la identificación de los daños, se observó que fue Playa del Carmen la zona más afectada por el huracán, con decenas de árboles caídos y fallas en el suministro de energía eléctrica. Mientras en una esquina algunos trabajadores trozaban un árbol que bloqueó la circulación en la calle 1 Sur, otro grupo de personas realizó la recolección de hojarasca.

Al igual que en Tulum, en Playa del Carmen los turistas y locales alistaron su traje de baño y se fueron a la playa desde temprano. Sin embargo, en esta demarcación las reglas fueron más restrictivas.

Hasta la zona donde se ubica el muelle internacional arribaron por lo menos siete elementos de la Policía Municipal para ahuyentar a los curiosos y arrestar a quienes incumplieron las indicaciones de no acceder al agua.

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