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09 March 2022

Mientras que los medios occidentales emplean la herencia judía de Volodymyr Zelensky para refutar las acusaciones de la influencia nazi en Ucrania, el presidente ha cedido a las fuerzas neonazis y ahora depende de ellas en el frente de combate.

En octubre de 2019, mientras que la guerra en el este ucraniano se hacía eterna, el presidente del país, Volodymyr Zelensky, viajó a Zolote, una población situada claramente en la "zona gris" del Dombás, donde más de 14.000 personas han muerto, la mayoría del lado ruso. Ahí, el presidente se encontró con las unidades paramilitares, veteranos de extrema derecha endurecidos por el combate, que sostenían la batalla contra los separatistas a unos cuantos kilómetros del punto de reunión.

Elegido por representar una plataforma de desescalamiento de las hostilidades con Rusia, Zelensky estaba determinado a reforzar la llamada Fórmula Seinmeier, concebida por el para entones ministro de exteriores alemán Walter Steinmeier, que convocaba a elecciones en las regiones ruso parlantes de Donetsk y Lugansk.

En una confrontación cara a cara con los militantes del neonazi Batallón Azov que había lanzado una campaña de sabotaje contra la iniciativa de paz llamada "No a la capitulación", Zelensky se topó con un muro de intransigencia.

Zelensky se desesperaba ante las cámaras al apelar por el retiro en el frente, siendo rechazado con firmeza. "Soy el presidente de este país, tengo 41 años. No soy un perdedor. Vine hasta ustedes y les he dicho: retiren sus armas", le imploraba a los combatientes.

 

Al difundirse el video del enfrentamiento tormentoso en las redes sociales en toda Ucrania, Zelensky se convirtió en el objeto de una reacción furiosa.

Andriy Biletsky, el líder del Batallón Azov, orgulloso fascista que una vez juró "liderar a las razas blancas del mundo en una cruzada final… contra los Untermenschen (sub-humanos) dirigidos por semitas", de Zelensky seguir presionando prometió llevar a Zolote miles de combatientes. Mientras tanto, un diputado del partido del ex presidente Petro Poroshenko abiertamente fantaseaba sobre un Zelensky volado en pedazos por la granada de un militante.

A pesar de que Zelensky logró acordar un desescalamiento menor, los paramilitares neonazis escalaron su campaña de "No a la capitulación". Y en unos meses, el conflicto comenzó a subir de temperatura de nuevo en Zolote, provocando un nuevo ciclo de violaciones a los Acuerdos de Minsk.

Ya en este punto, el Azov había sido formalmente incorporado al ejército ucraniano y su ala de vigilancia callejera, conocida como los Cuerpos Nacionales, fue desplegada a lo largo del país bajo la supervisión del ministro de interiores, junto a la Policía Nacional. En diciembre de 2021, se pudo ver a Zelensky entregándole la condecoración “Héroe de Ucrania” a un dirigente del fascista Sector Derecho, en una ceremonia en el parlamento del país.

Se acercaba un conflicto a gran escala con Rusia, y la distancia entre Zelensky y los paramilitares extremistas se reducía rápidamente.

Cuando el presidente ruso Vladimir Putin envió tropas al territorio ucraniano el 24 de febrero, con la misión declarada de "desmilitarizar y desnazificar" al país, los medios estadounidenses se embarcaron en una misión propia: negar el poder de los paramilitares neonazis sobre la esfera política y militar ucraniana. Tal como insistía la Radio Pública Nacional (NPR), financiada por el gobierno de Washington, "el lenguaje de Putin [sobre la desnazificación] es ofensivo y de hecho errado".

En este esfuerzo por desviar la atención sobre la influencia del nazismo contemporáneo en Ucrania, los medios estadounidenses encontraron su herramienta de relaciones públicas más eficaz en la figura de Zelensky, una ex estrella televisiva y comediante con un trasfondo judío. Este ha sido un papel que el actor devenido en político ha asumido vigorosamente.

Pero, tal como veremos, Zelensky no sólo les cedió terreno a los neonazis en el ínterin, sino que les ha conferido un papel en el frente de la guerra de su país contra las fuerzas rusas y pro-rusas.

LA IDENTIDAD JUDÍA DEL PRESIDENTE COMO UN DISPOSITIVO DE RELACIONES PÚBLICAS DE LOS MEDIOS OCCIDENTALES

Horas antes del discurso del presidente Putin el 24 de febrero, donde declaraba la desnazificación como el objetivo de las operaciones rusas, Volodymyr Zelensky, según la BBC, "preguntó cómo un pueblo que ha perdido ocho millones de sus ciudadanos combatiendo a los nazis pudiera apoyar al nazismo".

Criado en el seno de una familia judía no religiosa en la Unión Soviética en los años 80, en el pasado, Zelensky ha matizado su herencia. "El hecho de que sea judío difícilmente es un ítem más en mi larga lista de faltas", bromeó en una entrevista realizada en 2019 en la que declinaba profundizar en los detalles de su entorno religioso.

Hoy, mientras que las tropas rusas presionan con fuerza en ciudades como Mariupol, que efectivamente estaba bajo el control del Batallón Azov, Zelensky ya no tiene vergüenza alguna de promover su ascendencia judía. "¿Cómo pudiera ser yo un nazi?", se preguntaba en voz alta en una intervención pública. Para los medios estadounidenses imbuidos en una guerra total contra Rusia, la identidad religiosa del presidente pasó a ser una herramienta esencial para las relaciones públicas.

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