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25 August 2020

Mediante una estrategia centrada en los niños, el Gobierno mexicano anunció su plan para mejorar el "entorno nutricional" que permita revertir la otra epidemia, que ha matado a un millón de mexicanos en la última década.

"El mundo entero está observando cómo las enfermedades crónicas vinculadas a la mala alimentación complican el COVID-19, que ha sensibilizado a la opinión pública y ha puesto sobre la mesa una situación que hemos señalado durante años", señaló el doctor Simón Barquera, director del Centro de investigación en nutrición y salud, del Instituto Nacional de Salud Pública de México.

La política presentada públicamente por Barquera fue respaldada por el Grupo intersecretarial de salud, medio ambiente y competitividad (Gisamac) que busca integrar un mecanismo de prevención de la obesidad, vinculada al retorno a la dieta tradicional de los mexicanos, que sufrió un duro revés tras la aprobación del Tratado de Libre Comercio, a comienzos de la década de 1990.

La otra epidemia

Según datos obtenidos en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del año 2019:

  • El 75% de los mexicanos padece de sobrepeso y obesidad,
  • En siete de los 32 estados de la República mexicana, solo dos de cada diez adultos tiene un peso normal,
  • En los últimos 18 años, la obesidad mórbida aumentó el 96% en los mexicanos,
  • El sobrepeso y la obesidad en escolares aumentó el 97% en este período,
  • Solo por el consumo de bebidas azucaradas, mueren más de 40.000 personas al año en México.
  • Tomar un vasito al día de refresco, redunda en un exceso de calorías que aumentan 4 kilos al año para quien lo consume, que en diez años, significa un aumento de 40 kilos.

"Si la gente en México está tomando un promedio de 160 litros de refresco al año, este exceso no se revierte ni corriendo 5 kilómetros diarios", comentó.

"No ha habido una política en el mundo que haya logrado revertir esta epidemia y en México tampoco", señaló el doctor Barquera.

Esta otra epidemia comenzó en paralelo con un aumento desmedido del consumo de bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, a la vez que se reducía la presencia de frutas y verduras en la dieta cotidiana, junto a un abandono paulatino de la dieta tradicional mexicana, rica en diversidad y alimentos frescos, al punto que se la ha declarado como un Patrimonio de la humanidad, aunque se ha ido perdiendo de las mesas de las familias locales.

"Esto es grave porque las bebidas azucaradas y calóricas causan daños importantes a la salud, que representó un aumento de muertes por diabetes en México", apuntó el doctor Barquera, dado el vínculo que se desarrolla entre ambas enfermedades crónicas que se reflejan en el aumento de la mortandad en el país por estas causas.

En 1980, había 20.000 muertes al año en México ocasionadas por la diabetes, pero veinte años después, esta cifra había subido a 50.000 muertes al año. Actualmente, la diabetes mata a 100.000 mexicanos cada año. Esto significa que en una década, la diabetes causó la muerte de un millón de personas en México.

"México se encuentra en medio de una sindemia de mala nutrición y COVID-19 que requiere atención inmediata", apuntó la fuente y señaló que la obesidad aumenta 47% la posibilidad de desarrollar una forma grave del COVID-19.

El plan contra obesidad

La estrategia presentada públicamente se asienta en la idea que el problema de la obesidad ocasionado por una mala alimentación y los efectos graves generados en estado de salud pública del país, no son consecuencia de malas elecciones individuales, sino de un ambiente alimentario que promueve una nutrición que enferma.

"La adquisición y el consumo de alimentos está determinado por precios, sabor y cultura, pero también por educación, campañas, publicidad, estrategias de marketing y los impuestos que se aplican a los productos. Todas estas medidas tienen efectos muy profundos en lo que las personas consumen", explicó Barquera.

El propósito del Gobierno mexicano es intervenir en ellas, buscando cambiar el "ambiente alimentario o nutricional" que favorezca la vuelta a la dieta mexicana tradicional, además de cuestiones específicas que atañen a la primera infancia y a los niños en edad escolar, que son actualmente blanco de las principales estrategias de las empresas de la comida chatarra.

"La publicidad de la comida chatarra dirigida a la población infantil ha sido identificada por Unicef como uno de los aspectos poco éticos, que afectan negativamente la calidad de su dieta y determinan sus preferencias por comer mal desde etapas muy tempranas de la vida que no se revierten luego, sino que se consolidan", apuntó.

Las propuestas presentadas por el Gobierno mexicano que se van a ir implementando de manera paulatina en el país, tienen como eje fundamental a los niños y niñas del país. Entre los puntos clave se encuentran:

  1. La defensa de la lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de edad, para comenzar la vida con una "buena salud", buscando quitar de las madres "la presión generada por la publicidad de las fórmulas y complementos alimenticios sobre su incapacidad de alimentar a sus bebés".
  2. La depuración de la publicidad y la oferta de comida chatarra en los entornos escolares, promoviendo "espacios formativos saludables"
  3. La inclusión en la currícula escolar de una nueva asignatura llamada "vida saludable" —diseñada por la Secretaría de Educación en conjunto con la de Salud— que permita informar a los niños respecto a los daños a la salud que causa el consumo de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas. "No se les va a decir "toma agua y come fruta" porque eso no funciona, se le va a decir: toma agua, pero no tomes refresco, porque el refresco causa diabetes", apuntó el doctor Barquera.
  4. Un nuevo reglamento de la publicidad que impida la promoción de estos alimentos y bebidas a los niños.
  5. La masificación en México del etiquetado frontal de advertencia que indica cuando un alimento tiene un contenido alto en sodio, azúcar, grasa; así como etiquetas con la leyenda "evitar en niños".

"Calculamos que esta estrategia va a generar un ahorro para el país de 39.000 millones de pesos (1.772 millones de dólares) en cinco años, que actualmente se gastan en atención a la salud", apuntó el experto.

Las respuestas de la industria

Aunque el papel que juegan las empresas nacionales y trasnacionales que venden productos que enferman a sus consumidores es evidente en la alta mortalidad del COVID-19 en el mundo, algunos de sus representantes en México han señalado que el Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador busca quitarse la responsabilidad de la situación.

La acusación al Gobierno mexicano fue anunciada por el representante del Consejo Coordinador Empresarial, (CCE) en voz de su presidente, Carlos Salazar Lomelín, quien se desempeñó durante 15 años como presidente de la Coca-Cola/Femsa (su empresa embasadora) en México.

"Como presidente del Consejo Coordinador Empresarial defiende intereses privados, pero la realidad es que la mitad de las muertes de México desde hace 15 años son provocadas por la obesidad, la diabetes, la hipertensión y múltiples cánceres, cuando estas enfermedades crónicas están vinculadas a la mala nutrición y al consumo de alimentos ultraprocesados", respondió Hugo López Gatell, subsecretario de Salud mexicano a los comentarios del empresario.

López Gatell señaló que es una preocupación mundial el papel de la mala nutrición en la alta mortandad causada por el COVID-19, ya que estas enfermedades crónicas eran padecidas por el 80% de las personas que han fallecido en el mundo por la pandemia causada por el nuevo coronavirus. El funcionario mexicano apuntó que es una reacción "normal" que los Gobiernos atiendan las causas profundas de esta situación y que busquen alternativas a la misma, como está haciendo también el del Reino Unido.

"La función de un Gobierno es proteger el interés público y no el privado, lo que no quiere decir que tengamos nada contra la inversión privada. Pero sería bueno que estos intereses, en su afán de producir ganancias privadas no volvieran público el daño, porque tener una ganancia privada a costa del dañar lo público tiene un comportamiento ético fundamental", concluyó.

(Sputnik)

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