Un concepto de desarrollo tecnológico surgido de la cuarta revolución industrial en ciernes puede desbaratar la proyección social y económica de los usuarios de Internet y redes sociales. Nuestra huella digital crea gemelos dobles, cuyo análisis por parte de bancos, aseguradoras o departamentos de personal puede ser contrario a nuestros intereses.
Muchas empresas ya operan con los llamados gemelos digitales, los modelos que replican un sistema físico antes de construirlo para simular el funcionamiento de un producto y ahorrar tiempo y dinero ante los posibles fallos, permitiendo constatar su progreso al paso de las distintas etapas de su manufactura.
Un gemelo digital, por ejemplo, puede virtualizar tanto un quirófano como un museo; es decir, visualizar una cirugía con la simulación digitalizada del órgano dañado, u organizar una visita virtual en 3D por las salas que replican las obras de arte. Pero el concepto es amplio y, en tanto que representación de una identidad del mundo real, puede también obrar la réplica de nuestro propio yo vertida en las redes sociales e Internet.
Víctimas colaterales de un 'alter ego' digital
El uso de tecnologías disruptivas convierte automáticamente en obsoleto cualquiera existente hasta el momento. El ejemplo icónico son los sistemas de mensajería multimedia, que han dejado en desuso a los SMS.
Pero en el ámbito de la comunicación de masas, el uso social de la tecnología crea igualmente gemelos digitales. La creación de perfiles en las distintas redes sociales, también en plataformas de comercio electrónico o portales de búsqueda de empleo, terminan por generar un alter ego en la red, una especie de sosias digital que a efectos prácticos nos suplanta. Esta suplantación puede tener lugar a causa de la calificación social que obtiene el perfil.
Es lo que algunos expertos llaman "sistemas de calificación social" y pueden influir de manera decisiva en varios aspectos de la vida cotidiana y desarrollo personal, como puedan ser la búsqueda de un empleo, la obtención de un préstamo hipotecario o la firma de un seguro médico privado.
Los datos vertidos en las redes sociales sobre nuestros hábitos de consumo, gustos, estado de salud, nivel de conocimientos o capacidad financiera pueden conformar una masa de información que esté al alcance de aseguradoras, bancos o departamentos de recursos humanos de las empresas. Es una huella digital que crea un "sistema de crédito social", una especie de tarjeta de visita de cuya existencia la gente no suele ser consciente.
Un sistema de aceptación
Los sociólogos hablan de la evaluación que recibimos de otras personas como el factor clave para labrarse un estatus social. De ahí el éxito de las redes sociales, donde volcamos nuestra actividad cotidiana, una forma de posicionarnos socialmente.
Como afirma el sociólogo Manuel Herrera Gómez, el prestigio personal depende en gran medida del conocimiento que tienen los demás sobre nuestros hábitos. Y en este sistema evaluativo, las redes sociales son una gran herramienta, declaró a Efe. La compañía de servicios de seguridad informática Kaspersky subraya que las instituciones financieras y empresas de e-commerce utilizan algoritmos para analizar el "gemelo digital" de los usuarios y determinar si son aptos o no para merecer el acceso a bienes, servicios o fuentes de financiación.
Según esta compañía, que ha conducido un estudio con 10.000 consumidores de 21 países, el cúmulo de esta huella digital conforma un perfil histórico que puede ayudar a predecir el comportamiento de las personas. Todo redunda en sistemas de calificación social. Y los usuarios, afirman en Kaspersky, aceptan las calificaciones que se derivan de ellos.
¿Es justa e imparcial la calificación social?
Al fin y al cabo, se trata de la puntuación que nos da un sistema gobernado por algoritmos, y estos no distinguen si los datos aportados son incorrectos, exagerados o han sido manipulados.
El celo por la privacidad debería ser una cuestión personal estratégica. El profesor Herrera señala que la gente no es consciente del "rastro" que deja en Internet, creyendo que navega de forma anónima. En su opinión, el acceso a ella "no es igualitario" y denota también una diferencia de clase. Las clases medias y altas, dice, usan las redes sociales "para promocionarse; para dar a conocer su bienestar y su cultura", mientras que las bajas las utilizan para entretenerse.
Este sociólogo concluye que las redes sociales son herramientas de posicionamiento social, pero su uso entraña el riesgo de que la búsqueda legítima del "reconocimiento social" por parte de las personas en la vida, acabe derivando en la "calificación social" de las redes.
(Sputnik)