Greenwashing, nutriwashing y otros conceptos parecidos han sido utilizados para identificar las prácticas de las grandes corporaciones para lavar su imagen frente a los daños que causan al medio ambiente o a la salud de la población. Las corporaciones invierten millonadas para “limpiar” su imagen cuando se evidencian las catástrofes que generan.
La Pandemia ha expuesto, de manera aún más cruda, los daños que han generado las corporaciones con la invasión de comida chatarra y bebidas azucaradas en naciones donde han deteriorado la dieta en extremo, como los Estados Unidos y México. Y las relaciones causa-efecto son directas: el mayor consumo de estos productos provoca un mayor índice de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, y a mayor índice de obesidad y diabetes mayor riesgo de morir por COVID-19.
Frente a esta situación, la mayoría de las pequeñas tienditas, más de un millón 500 mil, que venden comida chatarra y bebidas azucaradas por todo el territorio nacional, tienen una lámina de plástico entre el vendedor y el cliente con el logo de Coca Cola, para proteger a ambos del COVID-19. Si el vendedor y el cliente son adultos, tienen un riesgo mayor a 1 entre 10 de tener diabetes. Y si sufren de diabetes, tienen una alta probabilidad de que la causa más importante de esa diabetes haya sido el consumo de bebidas azucaradas, especialmente, de Coca Cola, la bebida más consumida. Y como pueden tener diabetes, deben tener mucho cuidado en no contagiarse.
La misma empresa que contribuye de manera muy importante a las emergencias epidemiológicas de obesidad y diabetes, les ofrece a quienes venden su producto y a quienes lo consumen, un plastiquito para que no se vayan a pasar el virus que, en la condición que les ha provocado el alto consumo de su producto, puede ser letal. Pero el verdadero propósito no es cuidar a las personas, cuidar su salud, si así lo fuera, Coca Cola FEMSA no se hubiera opuesto al nuevo etiquetado, no se hubiera opuesto a la salida de sus bebidas de las escuelas, no se hubiera opuesto al aumento de impuestos a sus bebidas. No, el propósito es generar la percepción de que Coca Cola está del lado de la gente, preocupada por su salud: Nutriwasing, lavado de imagen. Para que el vendedor y el cliente piensen: “gracias Coca Cola”.
Del otro lado, la mayor empresa de alimentos ultraprocesados del mundo hace lo suyo. En materia del deterioro de la nutrición en México una de las situaciones más catastróficas es la caída de la lactancia materna, en especial, entre las poblaciones vulnerables. La lactancia materna es una garantía para el desarrollo de los bebes en general, y en especial, en las comunidades más pobres. La lactancia materna es un factor de protección, de fortalecimiento del sistema inmunológico de los bebes, previene decenas de enfermedades. Desgraciadamente, la lactancia materna ha caído dramáticamente en este sector y, de forma especial, en el rural. Una clave que explica esta situación han sido las estrategias de mercadeo de sucedáneos de leche materna y del uso de otras leches en polvo para sustituir la lactancia materna. Con muestras de regalos, con entregas en apoyos alimentarios, con promociones, se va generando la percepción de que es mejor ese producto enlatado que la propia leche materna.
La utilización de las emergencias para introducir el consumo de sus productos ha sido una práctica muy común en estas grandes corporaciones y, ahora con el COVID-19, no es la excepción: introducen sus productos como una acción filantrópica, lavan su imagen y generan el hábito de consumir y comprar su marca. Violando las recomendaciones de UNICEF ante la Pandemia y el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna de Naciones Unidas, FEMSA y Nestlé se han aliado en la campaña “Juntos podemos nutrir su vida”. Se invita a “donar” una lata de leche Nido comprándola a 195 pesos en la cadena de farmacias de FEMSA, Farmacias YZA. Haciendo esta donación, FEMSA, Farmacias IZA y Nestlé, aportaran una lata más de NIDO y dos latas más de sucedáneo de leche materna de Nestlé NIDAL. En la promoción de la campaña se informa que estas donaciones se entregarán a “comunidades vulnerables de Veracruz y el Sureste de México”.
Las donaciones de sucedáneos de leche materna en regiones altamente vulnerables puede convertirse, fácilmente, en un crimen, cuando no hay garantía de la calidad del agua para prepararlos. Además de inducir a dejar la lactancia materna con los efectos en salud y las finanzas de las familias que esto supone. Foto: El Poder del Consumidor.
La entrega de sucedáneos de leche materna viola compromisos adquiridos por el Gobierno mexicano y representa una acción que la corporación Nestlé conoce muy bien que está penada a diversas naciones y viola el código de Naciones Unidas. Repartir sucedáneos de leche materna induce al abandono de la lactancia materna, lo que repercute en la calidad de la nutrición de los bebes. Los sucedáneos de la leche materna representan un riesgo a la salud, de manera especial, en las poblaciones vulnerables que no tienen acceso a agua de calidad para beber, lo que repercute no sólo en enfermedad, también en muerte.
La introducción de sucedáneos de leche materna por parte de Nestlé en poblaciones vulnerables de África y otras regiones del tercer mundo con fuertes campañas de mercadeo (publicidad, regalo de muestras, promociones con médicos, etc) provocó que un gran número de mujeres sustituyeran la lactancia materna con sucedáneos lo que provocó la muerte de miles de bebes. Fue así que se desató la campaña “Nestlé mata bebes” que llamó a un boicot global contra la empresa en los años 70’s. La causa estaba en la imposibilidad de preparar los sucedáneos con agua de la calidad que se requería y por la imposibilidad de desinfectar los biberones de manera adecuada, una condición obvia en poblaciones viviendo en condiciones vulnerables. Decenas de miles de bebes murieron.
La persistencia de Nestlé en estas prácticas, llevaron a que en 1981 se estableciera el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna que prohíbe la publicidad de estos productos, la entrega de muestras gratuitas por médicos, de promociones en los sanatorios y demás estrategias de mercadeo. Han pasado casi 40 años y Nestlé continúa con sus prácticas que violan el código internacional y el llamado de UNICEF, y esto lo hace en alianza con FEMSA y su cadena de farmacias.
La lista es larga de las empresas que con sus productos, sus prácticas de mercadeo, su interferencia en las políticas de salud pública, su compra de asociaciones profesionales, y su aprovechamiento de las situaciones de emergencia, buscan lavarse la imagen y seguir con sus prácticas que atentan contra la salud de la población, alejándola de una alimentación saludable: FEMSA Coca Cola, Pepsico, Bimbo, Nestlé, entre muchas otras. Cada una con sus acciones filantrópicas contra la Pandemia, cargando detrás todas sus estrategias para bloquear las políticas recomendadas para enfrentar las epidemias de obesidad y diabetes, con la cuales nos prepararon muy bien para ser caldo de cultivo del COVID-19.
(Sin Embargo)