Una nueva crítica sobre la película “Los dos papas” se ha sumado esta semana, esta vez escrita por el Obispo Auxiliar de Los Ángeles, Mons. Robert Barron, quien asegura que existe tanto “desequilibrio” en la representación de los protagonistas, que termina por “socavar fatalmente” el filme.
“The Two Popes” (Los dos Papas), estrenada en Netflix en 2019, se centra en varias reuniones imaginarias entre el Papa Benedicto XVI y el Cardenal Jorge Mario Bergoglio en el período comprendido entre los cónclaves de 2005 y 2013. En el filme Benedicto XVI es interpretado por Anthony Hopkins y el Cardenal Bergoglio, el futuro Papa Francisco, por Jonathan Pryce.
“La nueva película de Netflix, The Two Popes, debería llamarse The One Pope (El único papa), por derecho, ya que presenta un retrato bastante matizado, texturizado y comprensivo de Jorge Mario Bergoglio (Papa Francisco) y una caricatura completa de Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI). Este desequilibrio socava fatalmente la película, cuyo propósito, al parecer, es mostrar que el viejo Benedicto malhumorado y legalista encuentra su rumbo espiritual a través del ministerio de Francisco amigable y progresista”, escribió Mons. Barron en una columna de opinión titulada “The One Pope”, publicada el 2 de enero su sitio web Word on Fire.
El Prelado explica que en la forma en la que está narrada la película se “violenta a ambas figuras y convierte lo que podría haber sido un estudio de carácter sumamente interesante en una apología predecible y tediosa del cineasta sobre el catolicismo”.
ALERTA DE SPOILERS
Mons. Barron comenta en su columna que se hace evidente “que estamos lidiando con una caricatura de Ratzinger” cuando “se presenta al Cardenal bávaro como un ambicioso que complota para asegurar su elección como Papa en 2005”.
“En al menos tres ocasiones, el verdadero Cardenal Ratzinger le rogó a Juan Pablo II que le permitiese retirarse de su puesto como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y dedicarse a una vida de estudio y oración. Se quedó solo porque Juan Pablo rechazó rotundamente las solicitudes. Y en 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, incluso los opositores ideológicos de Ratzinger admitieron que el Cardenal, entonces de 78 años, no quería nada más que regresar a Baviera y escribir su cristología”, aclaró el Obispo Auxiliar de los Ángeles.
Mons. Barron cree que si bien la “ambiciosa conspiración encaja, por supuesto, en la caricatura del eclesiástico ‘conservador’”, eso “no tiene absolutamente nada que ver con el Joseph Ratzinger de carne y hueso”.
Otra escena criticada por el Prelado, es la que representa una reunión imaginada entre el Papa Benedicto y el Cardenal Bergoglio en los jardines de Castel Gandolfo.
En esta reunión “el viejo papa arremete con el ceño fruncido a su colega argentino, criticando amargamente la teología del Cardenal”, dice Mons. Barron.
“Una vez más, incluso los detractores de Joseph Ratzinger admiten que el ‘rottweiler de Dios’ es de hecho invariablemente amable, de voz suave y gentil en sus tratos con los demás. El ideólogo de los ladridos es, nuevamente, una caricatura conveniente, pero ni siquiera cercana al verdadero Ratzinger”, aclara.
Según Mons. Barron, la caracterización errónea más grave ocurre hacia el final de la película “cuando un Benedicto desanimado, resuelto a renunciar al papado, admite que había dejado de escuchar la voz de Dios y que había comenzado a escucharla nuevamente a través de su nueva amistad con el Cardenal Bergoglio”.
El Prelado sostiene que su comentario no significa “una falta de respeto” al Papa Francisco, sino que le parece “absurdo”, teniendo en cuenta que Benedicto es “uno de los católicos más inteligentes y espiritualmente alertas de los últimos cien años”.
“De principio a fin de su carrera, Ratzinger/Benedicto ha producido algunas de las teologías espiritualmente más luminosas de la gran tradición. Que estaba, para 2012, cansado y físicamente enfermo, y que se sentía incapaz de gobernar el gran aparato de la Iglesia Católica, sí, por supuesto, pero que estaba espiritualmente perdido, de ninguna manera. Una vez más, podría ser una fantasía para algunos de la izquierda que los ‘conservadores’ escondan su bancarrota espiritual detrás de una apariencia de reglas y autoritarismo, pero sería muy difícil aplicar esta hermenéutica a Joseph Ratzinger”, acotó el Obispo Barron.
Por otro lado, reconoce que las mejores partes de esta película son los recuerdos de etapas pasadas en la vida de Jorge Mario Bergoglio, que “arrojan una luz considerable sobre el desarrollo psicológico y espiritual del futuro Papa”.
“La escena que representa su poderoso encuentro con un confesor que muere de cáncer es particularmente conmovedora, y el tratamiento intransigente de sus tratos con dos sacerdotes jesuitas bajo su autoridad durante la ‘Guerra Sucia’ en Argentina explica en gran medida su compromiso con los pobres y a una forma simple de vida”, aseguró el Obispo Auxiliar de Los Ángeles.
En otro punto, Mons. Barron opina que lo que habría mejorado “infinitamente” la película “es un tratamiento similar con respecto a Joseph Ratzinger”.
“Si tan solo hubiéramos tenido un recuerdo del niño de dieciséis años de una familia ferozmente antinazi, presionado por el servicio militar en los últimos días del Tercer Reich, entenderíamos más a fondo la profunda sospecha de Ratzinger de utopías seculares/ totalitarias y cultos de la personalidad. Si tan solo hubiéramos tenido un recuerdo del joven sacerdote, Peritus (experto en teología) para el Cardenal Frings, al frente de la facción liberal en el Vaticano II y ansioso por abandonar el conservadurismo preconciliar, habríamos entendido que no era un guardián ingenuo del status quo”, describe.
También, Mons. Barron cree que hizo falta al menos “un flashback con el profesor de Tubingen, escandalizado por un extremismo posconciliar”, con lo que se podría “haber entendido su reticencia con respecto a los programas que abogan por el cambio solo por el cambio”.
“Si tan solo hubiéramos tenido un recuerdo del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que compuso un documento matizado, tanto crítico como profundamente agradecido de la Teología de la Liberación, podríamos haber comprendido que el Papa Benedicto no era indiferente a la difícil situación de los pobres”, añadió.
Finalmente, Mons. Barron señala que un tratamiento como el explicado “habría hecho una película mucho más larga, pero ¿a quién le importa?”
“Diablos, estuve dispuesto a pasar tres horas y media tediosas de The Irishman (Irlandés). Me hubiera encantado ver cuatro horas de una película que sea tan honesta y perspicaz sobre Joseph Ratzinger como lo fue sobre Jorge Mario Bergoglio. Hubiera sido no solo para un fascinante estudio psicológico, sino también para una mirada esclarecedora a dos perspectivas eclesiales diferentes pero profundamente complementarias. En cambio, obtuvimos más de una caricatura”, concluyó Mons. Barron.
(Aciprensa)