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30 January 2018

Poco después de alejarse de los muelles de Puerto Cabello, el más grande del país, el chofer Carlos del Pino fue testigo de cómo 20 personas se abalanzaron sobre un camión y, en un frenesí, llenaron sus sacos con el maíz que llevaba a una planta procesadora de alimentos. El conductor fue retenido a punta de pistola. "Te llena de terror", dijo Del Pino.

Ha estado transportando carga durante 14 años, y en un buen mes gana el equivalente a unos 100 dólares, lo suficiente para mantener a su esposa y sus dos hijas. Sin embargo, a pesar de sus temores, simpatiza con sus compatriotas empobrecidos, que se están desesperando en medio de la escasez generalizada de alimentos en Venezuela y la alta inflación. "Tienen que saquear para comer", reconoce lamentándose.

(AP)

Los saqueos y las protestas impulsadas por los pobres han aumentado considerablemente en Venezuela, un país que no es ajeno a los disturbios. Pero los levantamientos que están teniendo lugar recientemente tienen una cara diferente a la de los manifestantes, en su mayoría de clase media, que salieron a las calles durante meses el año pasado con el objetivo de derrocar al dictador Nicolás Maduro.

"Estas protestas provienen de personas de las clases bajas que simplemente no pueden comer lo suficiente", dijo David Smilde, investigador principal de la Washington Office para América Latina, que lleva décadas trabajando sobre Venezuela.

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El país caribeño posee las mayores reservas mundiales de petróleo y alguna vez fue una de las naciones más ricas de América Latina. Pero después de casi dos décadas de gobierno socialista y mala gestión de la empresa petrolera estatal, está siendo golpeada por la peor crisis económica de su historia.

La oleada de violentas protestas por alimentos comenzó en los barrios pobres del país alrededor de Navidad, cuando Maduro prometió que los jamones navideños llegarían en las canastas de alimentos del Gobierno distribuidas a sus partidarios.

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Pero muchos no llegaron, provocando protestas con grupos pequeños quemando basura en la calle y saqueando. Tratando de traer calma, Maduro ordenó a cientos de supermercados reducir los precios al nivel del mes anterior, un pedido alto en un país donde los precios no han parado de aumentar.

En la primera quincena de enero se produjeron al menos 110 saqueos, cinco veces más que en el mismo período del año anterior, según el Observatorio Venezolano de Conflictos Sociales, un grupo no gubernamental que rastrea los disturbios.

La comida y el dinero para pagarla son más difíciles de encontrar, especialmente fuera de Caracas. E incluso cuando la gente tiene dinero, los precios a menudo están fuera de su alcance, con una tasa de inflación que se elevó por encima del 2.600 por ciento en 2017, según consignó la Asamblea Nacional controlada por la oposición.

Los camioneros que transportan alimentos —desde arroz hasta pollos vivos— se han convertido en objetivos cuando se detienen en el tránsito o hacen una parada para cargar combustible. "Aquí el problema es el hambre. El hambre está matando a la gente", concluyó Del Pino.

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