Tarde de lleno en la Plaza Mérida que celebró el aniversario 91 de su inauguración con los tendidos vestidos de blanco en su mayoría.
Tarde en que rondó la tragedia en el cuarto toro del festejo, un animalazo de 520 kilos de peso nacido en junio de 2005 -uno de los seis ejemplares de José Julián Llaguno que evidenciaron estar en edad y tener trapío suficiente, aunque dieron desigual juego- que recetó soberana paliza a Uriel Moreno y que finalmente lo mandó al hospital con un esguince cervical, según la primera apreciación de los médicos de plaza, Dres. José Navarrete Jaimes y Santiago Sauma.
Tarde en que El Zapata, en una demostración de valor temerario y pundonor, se quedó en el ruedo hasta finalizar la feana en medio de los gritos consagratorios de ¡torero, torero! y que, no obstante la petición mayoritaria del público, no recibió la oreja (lo cual en estricto apego al reglmento estuvo bien por parte del juez).
Tarde también en que los taurinos disfrutamos las buenas maneras de Leo Valadez ante su primero, Rebocero, de 490 kilos y por mucho el mejor del lote -merecedor de un arrastre lento que el juez no concedió- y que le permitió al diestro regoderase con series de derechazos y naturales de gran calidad.
Tarde en que llamó la atención la presencia en la cuadrilla de Andy Cartagena -que salió a hombros al cortar dos orejas a su segundo- de José Ángel González Gómez, un torero con lentes -“porque hay que innovar y así veo bien al toro”, explicó- y en la que Uriel puso el toque emotivo al brindar su primer toro a Didier Chan, un niño enfermo de cáncer que luego fue sacado a hombros junto con Andy Cartagena. Una buena tarde.
La empresa anunció para el 16 de febrero un mano a mano entre José Mauricio y Joselito Adame.
