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09 June 2021

Europa buscaba dos proyectos científicos inspiradores, de los que provocan saltos de gigante en la investigación y el desarrollo de las naciones. Bajo el eslogan Ciencia más allá de la ficción, en Bruselas idearon financiar proyectos comparables con el Programa Apolo que llevó al hombre a la Luna. Y tras cuatro años de carrera entre formidables propuestas de ciencia-ficción, la UE ya ha escogido a los dos consorcios que contarán con el mayor respaldo económico concedido para instituciones académicas. Un programa para desarrollar todas las capacidades del grafeno y otro para recrear digitalmente un cerebro humano en toda su complejidad han sido los elegidos, según ha confirmado Materia, aunque el anuncio oficial no se hará hasta el día 28 de enero. Cada uno contará con un cheque de 1.000 millones de euros a lo largo de una década para convertir la ciencia ficción en una realidad que beneficie a todos los europeos.La elección del proyecto que desarrollará los usos del grafeno es especialmente propicia para la investigación española, muy dañada por los recortesEspaña es el país que más grupos de trabajo aporta, un total de 113, muy por encima de los 78 que trabajarán desde Reino Unido y Francia. Repasar los seis centenares de equipos de distintas universidades y otras instituciones que participan en este consorcio da idea de lo monumental del proyecto.

El reto no es pequeño. El grafeno, por sus peculiares características, es considerado el material del futuro y tanto empresas como organismos de todo el mundo lo saben y trabajan por ser los primeros en aprovechar cada una de sus potencialidades. Gracias a la lluvia de millones, cien por año, se desarrollarán sistemas de comunicación por fibra óptica, aparatos electrónicos autoalimentados, retinas artificiales, sensores medioambientales y genéticos…

Las aplicaciones del grafeno no parecen tener fin y Europa pretende ser la punta de lanza de su progreso. Tanto es así, que antes incluso de ser elegido por la Comisión ya habían llamado a la puerta de este consorcio compañías del tamaño de IBM, Nokia, Airbus, BASF, Texas Instruments y Samsung para compartir esta aventura tecnológica.

Conocer el cerebro como nunca antes

El Human Brain Project (HBP), que pretende revolucionar el estudio de la medicina asociada al cerebro gracias a las tecnologías de la información, también cuenta con importante participación española. La idea básica es servirse de la supercomputación para simular un cerebro humano completo. Durante las primeras fases del proyecto, se recopilará toda información o simulación existente sobre el cerebro, desde tejidos y biología molecular hasta imágenes recreadas. A partir de ahí, se irán desarrollando modelos cada vez más complejos del cerebro y su trabajo. Pedazo a pedazo, hasta reproducir toda su complejidad.

A medida que se vayan completando objetivos, se tratará de llevar los resultados en tres direcciones de aplicación práctica. Por un lado, elevar la neurociencia a un nuevo escalón, reformulando teorías de la mente (hay implicados departamentos de filosofía) hasta el papel de los genes en las capacidades cognitivas de cada humano, pasando por el lenguaje, las emociones y la misma conciencia.

Por otro lado está la aplicación médica. Desde el HBP se quiere ayudar a resolver los achaques que tienen su origen en el cerebro y que afectan a un tercio de los europeos y que cuestan 800 millones de euros al año: dolores de cabeza, trastornos del sueño, alzhéimer… Al conocer a la perfección el funcionamiento del cerebro, se conseguirá diagnosticar, prevenir y resolver estas dolencias con mayor facilidad, avanzando además hacia la medicina personalizada.

Además, desentrañar los mecanismos de la computadora más sofisticada ayudará a crear mejores ordenadores, facilitando que se reproduzca la inteligencia humana de forma artificial. Y de este modo, se trata de ser más eficientes en el manejo informático de ingentes cantidades de información con el mínimo gasto, como sucede en nuestra materia gris.

Críticas contra la ciencia faraónica

Con esta elección, Europa deja fuera a otros grandes proyectos pilotos que ya han gastado varios millones de euros en tratar de demostrar sus posibilidades. La carrera la empezaron 30 ideas, pero hasta hoy solo quedaban seis en liza. Uno de ellos, FuturICT, pretendía usar la supercomputación para generar modelos informáticos que ayudaran a adelantarse a crisis económicas, sociales y medioambientales. Otro, RoboCom, aspiraba a desarrollar robots domésticos y que colaboraran en catástrofes naturales. Guardian Angels, como indica su nombre, quería ayudar desde la tecnología a alejar los peligros del día a día de los humanos. Y por último, otro equipo (ITFoM) quería reinventar el futuro de la medicina.

El concurso convocado por la Comisión Europea pretende generar alianzas entre las principales instituciones académicas del continente para que trabajen juntos en el diseño de buques insignia de las tecnologías emergentes y futuras (FET Flagships). Esta estructura fue ideada por el miedo a dejar a la ciencia básica al margen de las grandes inversiones europeas en desarrollo y la financiación tendrá que contar con el respaldo del Consejo de Ministros y del Parlamento Europeo.

A principios de mes, la revista Science publicó un artículo bastante crítico con este modelo que pretende gastar 2.000 millones de euros en dos únicos consorcios académicos, tanto dinero que puede provocar distorsiones del gasto para justificar la inversión. “Está por verse si se materializará todo el dinero. Los dos equipos ganadores recibirán un total de 108 millones en los primeros 2,5 años; después, hasta 100 millones anuales cada uno. Pero se supone que la mitad provienen de los estados miembros e instituciones de investigación, y no está claro cuánto entregará cada uno”, aseguraba el artículo.

La revista cita al Ministerio de Educación e Investigación de Alemania, que asegura que no decidirá cuánto invertir hasta conocer a los elegidos. También revela las críticas que reciben los propios proyectos, por ser excesivamente grandes y porque puedan crear lagunas de financiación en otros programas de su propio campo. Y cita al responsable de la iniciativa en Bruselas, Wolfgang Boch: “Con la elección final se verá cuánto está dispuesto a arriesgar la UE. Los Flagships no fueron creados para poner en marcha dos proyectos, sino para ver si se trata de un modelo de financiación factible”.

(Materia)

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